Comentario
Capítulo 29
En este capítulo 29 se trata de todas las generaciones que a está tierra han venido a poblar
En este párrapho se trata de los tulanos, de los tultecas, primeros habitadores de esta tierra, que fueron como los troyanos
Primeramente los tultecas, que en romance se pueden llamar "oficiales primos", según se dize fueron los primeros que vinieron a estas partes que llaman tierras de México o tierras de chichimecas. Y bivieron primero muchos años en el pueblo de Tulantzinco en testimonio de lo cual dexaron muchas antiguallas allí, y un cu que llamavan en indio uapalcalli, el cual está hasta agora, y por ser tajado en piedra y peña ha durado tanto tiempo. Y de allí fueron a poblar la ribera de un río junto al pueblo de Xicocotitlan, el cual ahora tiene nombre de Tulla; y de haver morado y bivido allí juntos hay señales de las muchas obras que allí hizieron, entre las cuales dexaron una obra que está allí y hoy en día se ve, aunque no la acabaron, que llaman coatlaquetzalli, que son unos pilares de la hechura de culebra que tienen la cabeça en el suelo por pie, y la cola y los cascabeles de ella tienen arriba. Dexaron también una sierra o un cerro que los dichos tultecas començaron a hazer y no lo acabaron, y los edificios viejos de sus casas y el encalado parece hoy día. Hállanse también hoy en día cosas suyas primamente hechas, conviene a saber: pedaços de ollas o de barro, y vasos o escudillas y ollas; sácanse también debaxo de tierra joyas y piedras preciosas, esmeraldas y turquesas finas.
Estos dichos tultecas todos se nombravan chichimecas, y no tenían otro nombre particular, sino el que tomaron de la curiosidad y primor de las obras que hazían, que se llamaron tultecas, que es tanto como si dixéssemos "oficiales pulidos y curiosos", como ahora los de Flandes. Y con razón porque eran sotiles y primos en cuanto ellos ponían la mano, que todo era muy bueno, curioso y gracioso, como las c[a]sas que hazían muy curiosas, que estavan de dentro muy adornadas de cierto género de piedras preciosas muy verdes por encalado, y las otras que no estavan así adornadas tenían un encalado muy pulido que era de ver, y piedras de que estavan hechas tan bien labradas y tan bien pegadas que parecía ser cosa de mosaico. Y ansí con razón se llamavan casas de primos y curiosos oficiales, por tener tanta lindeza de primor y labor.
Havía también un templo que era de su sacerdote llamado Quetzalcóatl, mucho más pulido y precioso que las casas suyas. El cual tenía cuatro aposentos: el uno estava hazia el oriente y era de oro, y llamávanle aposento o casa dorada, porque en lugar del encalado tenía oro en planchas y muy sotilmente enclavado; y el otro aposento estava hazia el poniente, y a éste le llamavan aposento de esmeraldas y de turquesas, porque por de dentro tenía pedrería fina de toda suerte de piedras, todo puesto y juntado en lugar de encalado, como obra de mosaico que era de grande admiración; y el otro aposento estava hazia el mediodía, que llaman sur, el cual era de diversas conchas mariscas, y en lugar del encalado tenía plata, y las conchas de que estavan hechas las paredes estavan tan sotilmente puestas que no parecía la juntura de ellas; y el cuarto aposento estava hazia el norte, y este aposento era de pedrería colorada y jaspes y conchas muy adornado.
También havía otra c[a]sa de labor de pluma, que por de dentro estava la pluma en lugar del encalado. Y tenía otros cuatro aposentos: y el uno estava hazia el oriente, y éste era de pluma rica, amarilla, que estava en lugar del encalado, y era de todo género de pluma amarilla muy fina; y el otro aposento que estava hazia el poniente se llamava aposento de plumajes, el cual tenía en lugar de encalado toda pluma riquíssima que llaman xiuhtótotl, pluma de un ave que es azul fino, y estava toda puesta y pegada en mantas y en redes muy sotilmente por las paredes de dentro a manera de tapicería, por lo cual le llamavan quetzalcalli, que es un aposento de plumas ricas; y el otro aposento que estava hazia el sur le llamavan la casa de pluma blanca, porque toda era de pluma blanca de dentro, a manera de penachos, y tenía todo género de pluma blanca; y el otro aposento que estava hazia el norte le llamavan el aposento de pluma colorada, de todo género de aves preciosas por de dentro entapiçada. Fuera de estas dichas casas hizieron otras muchas, muy curiosas y de gran valor.
La casa o oratorio del dicho Quetzalcóatl estava en medio de un río grande que pasa por allí, por el pueblo de Tulla, y allí tenía su lavatorio el dicho Quetzalcóatl, y le llamavan chalchiuhapan. Allí hay muchas c[a]sas edificadas debaxo de tierra, donde dexaron muchas cosas enterradas los dichos tultecas, y no solamente en el pueblo de Tullan y Xicocotitlan se han hallado las obras tan curiosas y primas que dexaron hechas, así de edificios viejos como de otras cosas, etc., pero en todas partes de la Nueva España, donde se han hallado sus obras, assí ollas como pedaços de tejuelas de barro de todo género de servicio, y muñecas de niños, y joyas, y otras muchas cosas por ellos hechas; y la causa de esto es porque casi por todas partes estuvieron derramados los dichos tultecas.
Los que eran amantecas, que son los que hazían obras de pluma, eran muy curiosos y primos en lo que hadan, y tanto, que ellos: fueron inventores del arte de hazer obra de pluma, porque hadan rodelas de pluma y otras insignias que se decían apanecáyotl; y ansí todas las demás que antiguamente se usavan fueron de su invención, hechas a maravilla y con gran artificio de plumas ricas. Y para hazellas muy polidas, primero antes que saliessen a luz, tracavan y tanteávanlas, y al cabo, hazíanlas con toda curiosidad y primor.
Tenían ansímismo grandíssima experiencia y conocimiento los dichos tultecas, que sabían y conocían las calidades y virtudes de las yervas, que sabían las que eran de provecho y las que eran dañosas y mortíferas, y las que eran simples. Y por la gran esperiencia que tenían de ellas dexaron señaladas y conocidas las que en ahora se usan para curar, porque también eran médicos, y especialmente los primeros de esta arte, que se llamavan Oxomoco, Cipactónal, Tlaltetecuin, Xochicaoaca, los cuales fueron tan hábiles en conocer las yervas que ellos fueron los primeros inventores de medicina, y aun los primeros médicos herbolarios. Ellos mesmos por su gran conocimiento hallaron y descubrieron las piedras preciosas y las usaron ellos primero, como son las esmeraldas y turquesa fina y piedra azul fina, y todo género de piedras preciosas.
Y fue tan grande conocimiento que tenían de las piedras que, aunque estuviessen dentro de alguna gran piedra y debaxo de la tierra, con su ingenio natural y philosophía las descubrían; y sabían dónde las havían de hallar, en esta manera, que madrugavan muy de mañana y se subían a un alto, puesto el rostro hazia donde sale el sol, y en saliendo, tenían tan gran cuidado en ver y mirar a unas y a otras partes para ver dónde y en qué lugar y parte debaxo de la tierra estava o havia piedra preciosa. Y buscávanla mayormente en parte donde estava húmeda o mojada la tierra, y en acabando de salir el sol, y especialmente, empeçando a salir, hadase un poco de humo, casi como una vara de humo sotil que se levantava en alto, y allí hallavan la tal piedra preciosa debaxo de la tierra, o dentro de alguna piedra, por ver que salía aquel humo.
Ellos mesmos hallaron y descubrieron la mina do. las piedras preciosas que en México se dizen xíuitl, que son turquesas, la cual según los antiguos es un cerro grande que está hazia el pueblo de Teputzotlan, que tiene por nombre Xiuhtzone, donde las hallavan y sacavan las dichas piedras preciosas, y después de sacadas, las llevavan a lavar a un arroyo que llaman Atóyac. Y como allí las lavavan y limpiavan muy bien, por esta causa le llamaron a este arroyo Xippacoyan, y ahora se llama este nombre el proprio pueblo que allí está poblado, junto al pueblo de Tulla. Y tan curiosos eran los dichos tultecas que sabían casi todos los oficios mecánicos, y en todos ellos eran únicos y primos oficiales, porque eran pintores, lapidarios, carpinteros, albañíes, encaladores, oficiales de pluma, oficiales de loça, hilanderos, texedores. Ellos mesmos también, como eran de buen conocimiento, con su ingenio descubrieron y alcançaron a sacar y descubrir las dichas piedras preciosas, y sus calidades y virtudes; y lo mismo las minas de la plata y del oro, y de metales de cobre y plomo, y oropel natural y estaño, y otros metales, que todo lo sacaron, labraron, y dexaron señales y memoria de ello; y lo mismo el ámbar y el cristal, y las piedras llamadas amatistas, y perlas, y todo género de ellas, y todas las demás que traían por joyas que ahora se usan y traen así por cuentas como por joyas, y de algunas de ellas su beneficio y uso está olvidado y perdido.
Eran tan hábiles en la astrología natural los dichos tultecas que ellos fueron los primeros que tuvieron cuenta y la compusieron de los días que tiene el año, y las noches, y sus horas, y la diferencia de tiempos, y que conocían y sabían muy bien los que eran sanos y los que eran dañosos, lo cual dexaron ellos compuestos por veinte figuras o caracteres. También ellos inventaron el arte de interpretar los sueños. Y eran tan entendidos y sabios que conocían las estrellas de los cielos, y les tenían puestos nombres, y sabían sus influencias y calidades, y sabían los movimientos de los cielos, y esto por las estrellas. También conocían y sabían y dezían que havía doze ciclos, donde en el más alto estava el gran señor y su muger; al gran señor le llamavan Ometecutli, que quiere dezir "dos vezes señor", y su compañera le llamavan Omecíoatl, que quiere dezir "dos vezes señora", los cuales dos así se llamavan para dar a entender que ellos dos señoreavan sobre los doze cielos y sobre la tierra, y dezían que de aquel gran señor dependía el ser de todas las cosas, y que por su mandado de allí venía la influencia y calor con que se engendravan los niños o niñas en el vientre de sus madres.
Y estos dichos tultecas eran buenos hombres y allegados a la virtud, porque no dezían mentiras, y su manera de hablar y saludarse unos a otros era: "señor" y "señor hermano mayor" y "señor hermano menor", y su habla en lugar de juramento era: "es verdad", "así es", "así está averiguado", y sí por sí, y no por no. Su comida de ellos era el mismo mantenimiento que ahora se usa, del maíz, y le sembravan y beneficiavan así lo blanco como el de las demás colores de maíz con que se sustentavan, y compravan y tratavan con ello por moneda. Y su vestir era ropa o manta que tenía alacranes pintados de azul; su calçado era cotaras también pintadas de azul y de lo mismo eran sus correas.
Iten, eran altos, de más cuerpo que los que ahora biven, y por ser tan altos corrían y atranca[v]an mucho por lo que les llamavan tlancuacemilhuique, que quiere dezir que corrían un día entero sin cansarse.
Eran buenos cantores, y mientras cantavan o dançavan usavan atambores y sonajas de palo que llaman ayacachtli; tañían y componían y ordenavan de su cabeça cantares curiosos. Eran muy devotos y grandes oradores; adoravan a un solo señor que tenían por dios, al cual le llamavan Quetzalcóatl, cuyo sacerdote tenía el mismo nombre que también le llamavan Quetzalcóatl, el cual era muy devoto o aficionado a las cosas de su señor y dios, y por esto tenido en mucho entre ellos. Y ansí, lo que les mandava lo hazían y cumplían, y no excedían de ello, y les solía dezir muchas vezes que havía un solo señor y dios, que se dezía Quetzalcóatl, y que no quería mis que culebras y mariposas que le ofreciesen y diesen en su sacrificio. Y como los dichos tultecas en todo le creían y le obedecían, y no eran menos aficionados a las cosas divinas que su sacerdote, y muy temerosos de su dios y señor, fácilmente fueron persuadidos y convencidos por el dicho Quetzalcóatl para que saliesen del pueblo de Tulla. Y ansí salieron de allí por su mandado, aunque ya estavan allí mucho tiempo poblados y tenían hechas lindas y sumptuosas casas de su templo y de sus palacios que havían sido edificadas con harta curiosidad en el pueblo de Tulla, y en todas partes y lugares donde estavan derramados y poblados y muy arraigados allí los dichos tultecas, con muchas riquezas que tenían. AI fin se huvieron de ir de allí, dexando sus casas, sus tierras, su pueblo y sus riquezas; y como no las pudían llevar todas consigo, muchas dexaron enterradas, y aun agora algunas de ellas se sacan debaxo de tierra, y cierto no sin admiración de primor y labor. Y ansí creyendo y obedeziendo a lo que el dicho Quetzalcóatl les mandava, huvieron de llevar por delante, aunque con trabajo, sus mugeres y hijos, y enfermos, y viejos y viejas; y no huvo ninguno que no le quisiese obedecer, porque todos se mudaron cuando él salió del pueblo de Tulla para irse a la región que llaman Tlapallan, donde nunca mis pareció el dicho Quetzalcóatl.
Y estos dichos tultecas eran ladinos en la lengua mexicana, que no eran bárbaros, aunque no la hablavan tan perfectamente como agora se usa, y cuando se hablavan unos a otros, dezían: "señor", "señor hermano mayor", "señor hermano menor".
Eran ricos, y por bivos y hábiles en breve tiempo con su diligencia tenían riquezas, que dezían que les dava su dios y señor Quetzalcóatl, y ansí se dezían entre ellos que el que en breve tiempo se enriquecía que era hijo de Quetzalcóatl.
Y la manera de se cortar los cabellos era según su uso polido, que traían los cabellos desde la medía cabeça atrás, y traían el celebro atusado como a sobre peine. Y éstos también por su nombre se llamavan chichimecas, y ansí se nombravan tultecas chichimecas. Y no se dize aquí más de en suma su manera y condición de los que primero vinieron a poblar esta tierra que llaman México.
Y resta por dezir otro poco de los dichos tultecas, y es: todos los que hablan claro la lengua mexicana, que les llaman naoas, son descendientes de los dichos tultecas, que fueron de los que se quedaron y no pudieron ir y seguir a Quetzalcóatl, como eran los viejos y viejas, o enfermos o paridas, o que de su voluntad se quedaron.
Párrapho 2: en este párrapho se pone cuántas maneras de chichimecas ha havido en esta tierra
Los que se nombravan chichimecas eran de tres géneros: los unos eran los otomíes, y los segundos eran los que llamavan tamime, y los terceros son los que dezían teuchichimecas, y por otro nombre çacachichimecas. La condición y vida de los otomíes después se dirá.
Este vocablo que dizen tami quiere dezir "tirador de arco y flechas", y los de este género de tamimes son deudos y de la generación de los que llamavan teuchichimecas; y fueron algo republicanos. Y aunque por la mayor parte vivían en cuevas y peñascos, algunos de ellos hazían choças o casillas de paja; hazían también alguna sementerilla de maíz , y venían de su tierra a tratar y bivir con algunos mexicanos o naoas, y con algunos otomíes, con intento de oír el lenguaje de los unos y de los otros, y ansí hablavan en alguna manera la lengua mexicana y la de los otomíes; venían también a ver y deprender la policía de su bivir.
Cuanto a su vestir, se ponían algunas ropillas viejas y hechas pedaços, o algunos trapos rotos; cuanto a su mantenimiento, hazían algunas sementillas, donde cogían lo que les era necessario para su sustentación. Y la causa de su nombre, que es tamime, que quiere dezir "tiradores", es porque de ordinario traían sus arcos y flechas por todas partes, para tirar y caçar con ellos.
Y estos tales tamimes eran vasallos de señores o de principales, en cuyas tierras ellos bivían, y les davan y contribuían en lugar de tributo la caça que caçavan de conejos, venados y culebras; y eran grandes conoscedores de muchas yervas y raízes, y de sus virtudes e calidades, y de las muy ponçoñosas con que se murían luego las gentes o se secavan poco a poco hasta que murían. También conoscían cierto género de sierpe que llaman maçacóatl, y solían andar con unas petaquillas o a cuestas, y entre las casas andar vendiendo las yervas medicinales que llaman patli; y no andavan trasquilados, antes traían el cabello crescido y largo tendido, así hombres como mugeres.
Párrapho 3
Los que se llamavan teuchichimecas, que quiere dezir "del todo bárbaros", que por otro nombre se dezían çacachichimecas, que quiere dezir "hombres silvestres", eran los que habitavan lexos y apartados del pueblo, por campos, cabañas, montes y cuevas, y no tenían casa cierta, sino que de unas partes en otras andavan vagueando y donde les anochecía, si havia cueva, se quedavan allí a dormir. Y tenían su señor y su caudillo que los regia y governava, y la caça que matavan se la davan, y si acertavan a matar algún león o tigre, gato montes, conejos o venados, le presentavan el pellejo y la carne, y la caça que le davan ansí en reconocimiento era para su sustento del tal señor. Todo se lo presentavan y davan como tributo, y también arcos y flechas; y tenía palacios que eran unas casas de paja o las mesmas cuevas, y tenía este tal señor una sola muger, y lo mismo tenían todos estos teuchichimecas: cada uno una sola muger, ninguno podía tener dos, y cada uno andava y bibía de por sí con su muger sola, buscando lo necessario para la sustentación de su vida. Y dezían que estos tales no cometían adulterio unos a otros, y tarde y casi nunca se hallava algún adúltero. Y cuando se hallava alguno, lo tomavan y llamavan a toda la gente que tenía a su cargo el tal señor, y se lo llevavan delante de él y a la muger, y los sentenciava, y dava por sentencia que todos su vasallos, cada uno de ellos, empleasse cuatro, flechas en los tales adúlteros, y estando bivos los flechavan.
Y este señor traía una manta puesta de pellejo, o de gatos monteses o de pellejo de tigre o 1eón, o hecha de pellejos de ardillas. Y ponían se en la cabeça una guirnalda hecha de pellejo de ardilla, de manera que la cabeça venía sobre la frente y la cola al colodrillo, y un plumaje a manera de un aventadorcico redondo de pluma encarnada. Y su muger traía unas naguas y camissa de los mismos pellejos; y también las demás mugeres traían puesto faldillín y huipil de pellejos; y de ordinario traían consigo sus arcos y carcajes de flechas cuando caminavan, y cuando comían los tenían consigo, y cuando dormían ponían los arcos en sus cabeceras y dezían que les guardavan. Traían por calçado unas cuteras de hojas de palma, y la cama en que dormía el señor, y su silla y su asiento, era de, pellejos de los dichos leones y tigres, todo muy curioso. Llevava consigo muchos teuchichimecas de guarda; y los mismo andavan los demás teuchichimecas, vestidos de otros pellejos de venado o de adives, y no traían ninguno de los pellejos de leones.
La condición y calidad de estos teuchichimecas es que eran lapidarios, porque conoscían y labravan los pedernales y navajas para las puntas de las flechas. También traían espejos consigo colgados en la cintura, y cuando caminavan ivan en rencle y ivan siguiendo a la guía, el cual y los demás llevavan cada uno un espejo colgado de la cintura a las espaldas, en que se ivan mirando los que ivan detrás. También labravan y aderezavan muy bien las piedras azules, desbastándolas, que se llaman en indio teuxíuitl, que son turquesas, y hazían de ellas joyas, cuentas, çarcillos o orejeras de muchas maneras.
También tenían gran conoscimiento de yervas y raízes, y conoscían sus calidades y virtudes. Ellos mesmos descubrieron y usaron primero las raíz que llaman péyotl, y los que la comían y tomavan, la tomavan en lugar de vino. Y los mismo hazían de los que llaman nanácatl, que son los hongos malos que emborrachan también como el vino. Y se juntavan en un llano después de lo haver comido, donde bailavan y cantavan de noche y de día a su plazer, y esto el primero día, y luego el día siguiente lloravan todos mucho y dezían que se limpiavan y lavavan los ojos y caras con sus lágrimas.
También eran oficiales de plumas, y hazían obras de pluma polida, como los plumajes a manera de aventadorcicos, hechos de pluma encarnada. También havia çurradores que aderezavan los pellejos de venados que les servían de faldillines y ropa. Hazían las mugeres la comida para los hombres, assí asados como guisados, y no los hombres para las mugeres. La causa de lo cual era porque los hombres dezían que eran obligados a guardar la vista de los ojos para poder caçar, y que el humo se los echava a perder; y ansí estos tales teuchichimecas tenían muy larga la vista, que veían de muy lexos y eran muy certeros, porque a lo que tiravan, del primer flechazo lo derribavan y acertavan, y por muy pequeña cosa que fuesse y estuviesse lexos, le acertavan.
La comida y sustentación de estos teuchichimecas eran hojas de tuna y las mesmas tunas, y la raíz que llaman címatl, y otras que sacavan debaxo de tierra, que llaman tzioactli, necuámetl y mizquites, y palmitos y flores de palmas que llaman ícçotl, y miel que ellos sacavan de muchas cosas: la miel de palmas, miel de maguey, miel de abejas, y otras raízes que conocían y sacavan debaxo de tierra; y todas las carnes de conejo, de liebre, de venado, y de culebras, y de muchas aves. Y por comer de estas comidas, que no ivan guisadas con otras cosas, vivían mucho y andavan sanos y rezios; y por maravilla muría uno, y el que muría iva ya tan viejo y cano que de viejo muria. Y si a alguno le dava alguna enfermedad, y dentro de tres o cuatro días no sanava, hazían junta todos los teuchichimecas y lo matavan, metiéndole por la olla de la garganta una flecha; y los que eran muy viejos, viejas, los matavan así mesmo con flechas, diziendo que con aquello les despenavan, porque ya no penasen más en el mundo y porque no tuviessen ya lástima de ellos. Y los enterravan con muy gran regozijo, y durava la fiesta de entierro dos o tres días con gran baile y canto. También por causa de su poco corner y poco vestir, allende de ser sanos y rezios, y tener grandes fuerças, eran muy ligeros; subían por las sierras arriba muy rezia y ligeramente que parece que bolavan por su gran ligereza, que no criavan bazo ni grosura que se lo impidiesse. Y traía consigo cada uno a su muger, como ya está dicho; y cuando ella estava preñada, el marido le dava calores con fuego por las espaldas y le echava agua, diziendo que le servía aquello por baño. Y despues que ella havia parido, dávale el marido dos o tres coces en las espaldas, porque acabasse luego de salir la sangre. Hecho esto, tomavan la criatura y metíanla en un guacalejo, y tomávala luego a cuestas la muger, y caminavan hasta donde les anochescía y allí dormían; y lo mesmo hazían cada día hasta que llegavan a su viaje. Y si paría hija, después que ya de cuatro o cinco años, le davan luego a otro muchacho de su edad, el cual la rezibía y andava con ella; y si paría hijo, en siendo de un año, le ponían en las manos un arco con que le enseñavan a tirar, y no le enseñavan ningún juego, sino solamente el tirar.
Sabían y usavan maleficios para enhechizar. Traían también el cabello largo, crecido, trenchado, y no se trasquilavan, así hombres como mugeres.
Párrapho 4
De estos chichimecas unos havía que se dezían nahuas chichimecas, llamándose de nahuas y de chichimecas porque hablavan algo la lengua de los nahuas o mexicanos y la suya propia chichimeca; otros havía que se dezían otonchichimecas, los cuales tenían este nombre de otomís y chichimecas porque hablavan la lengua suya y la otomí; otros havía que llamavan cuextecachichimecas, porque hablavan la lengua chichimeca y guasteca. Todos los cuales bivían en policía y tenían sus repúblicas, señores, caciques y principales, poblados con sus casas, abundantes en el victo y vestido, cuyo oficio era también traer y usar flechas y arcos.
Párrapho 5: aquí se declara quiénes eran y se dezían nahoas
Los nahoas eran los que hablavan la lengua mexicana, aunque no la hablavan ni pronunciavan tan clara como los perfectos mexicanos. Y aunque eran nahoas, también se llamavan chichimecas, y dezían ser de la generación de los tultecas que quedaron cuando los demás tultecas salieron de su pueblo y se despoblaron, que fue en tiempo cuando el dicho Quetzalcóatl se fue a la región de Tlapallan. Y no eran inhábiles estos nahoas, porque tenían su república con señor y caciques y principales que los regían y governavan y procuravan de engradescer y augmen[tar] su república. Tenían su manera de regozijo de cantar y bailar con que regozijavan su república; y toda la gente tenían bien de comer y bever; tenían oficios; eran prósperos, ricos en tener ropas, joyas, plumas ricas y otras riquezas, y casas, sementeras y truxes llenas. Tenían dios a quien adoravan, invocavan y rogavan, pidiendo lo que les convenía, y le llamavan Yoalli Ehécatl, que quiere decir "noche y aire" o "espíritu invisible", y le eran devotos y grandes oradores. Y la noche que le velavan se passavan en cantar con un atamboril que llaman tepunaztli, y hazíanle sacrificio, puçando y cortando con espinas o puntas de magueyes con que se sangravan; y para ello tocavan un caracol grande, en lugar de trompeta, que sonava muy lexos. Lavávanse también a la medianoche, por más que hiziesse gran frío. Hazían fiesta cada veinte días y sacrificio a su dios.
Eran habilíssimos de grandes traças, sotiles y curiosos mecánicos, porque eran oficiales de plumas, pintores, encaladores, plateros, doradores, herreros, carpinteros, albañíes, lapidarios muy primos en desbastar y polir las piedras preciosas, hiladores, texedores, pláticos y elegantes en su habla, curiosos en su comer y en su traxe, muy aficionados a ser devotos y a ofrecer a su dios e incensarle en sus templos, valientes en las guerras, animosos de muchos ardides, que hazían grandes presas. Esto solamente en suma se dize de estos nahoas, porque havia mucho que dezir de su república y manera de bivir.
Párrapho 6: aquí se dize quién son los otomíes y su manera de ser y bivir
El vocablo otómitl, que es el nombre de los otomíes, tomáronlo de su caudillo, el cual se llamava Oton, y ansí sus hijos y sus descendientes y vasallos que tenía a cargo todos se llamaron otomites, y cada uno en particular se dezía otómitl. Y no carecían de policía: vivían en poblado; tenían su república.
Los hombres traían mantas y sus maxtles con que se cubrían las partes secretas; andavan calçados con cuteras. Y las mugeres traían naguas y huipiles, que son sus camissas. Las mantas que traían los hombres eran buenas y galanas, y el calçado polido; ni más ni menos las mugeres traían muy buena ropa de naguas y camissas. Entre ellos havía señores y mandones que mandavan a sus súbditos. Havía principales personas conoscidas, como los que llaman calpixques, que regían a los demás; havia otros que les llamavan otontlamacazque; havía un supremo y grande sacerdote que se dezía tecutlato. Havía entre ellos adevinos que se dezían tlaciuhque, que quiere dezir "allegados y semejantes a su dios", los cuales dezían, sabían y alcançavan lo que su dios disponía y determinava de las cosas, porque los tales le hablavan y él les respondía, y ansí a éstos como a sabios les preguntavan cuándo y cómo habían de ir a guerras los otomíes y el sucesso que en ellas havría, y si havia aquel año de llover bien o no, y [si] havía de haver hambre o enfermedad o mortandad; y otras muchas preguntas de esta suerte se hazían a los tales adevinos. Y por las respuestas que les davan, que eran como oráculos, y salían alguna vez verdades, los adoravan y los tenían por dioses, y por esta fama concurrían gentes de muchas y lexas partes a verlos.
También los dichos otomíes tenían sementeras y troxes. Comían buenas comidas y buenas bevidas. Su dios se llamava Yocipa, al cual le tenían hecho muy buen cu, que era un xacal hecho de paja muy atusada, cuya hechura solamente a su cu era dedicada y nadie hazía casa de aquella forma, porque sus xacales en que bivían eran de paja no muy polida, ni a estos tales otomíes se les dava nada tener sus casas o xacales con sobrados. En su cu havía los sacerdotes que llamavan tlamacazque, los cuales criavan y doctrinavan allí muchachos; hazían allí penitencia por todos; velavan toda la noche; en tiempo de los sacrificios punçavan o sangrávanse de labios o muslos con las puntas de magueyes, y a la medianoche se lavavan al tiempo de los fríos; ayunavan, y toda la noche tañían su tamboril o tepunaztli enzima del cu, y dezían que guardavan y velavan con aquel instrumento de tañer. Estos tales, cuando, muchachos, se rapavan la cabeça, dexando unos pocos de cabellos en el colodrillo, que llaman piochtli, y solían agujerar el labio de abaxo y las orejas juntamente. En el labio, así agujerado, ponían por ornato un beçote, y en los agujeros de las orejas joyas, otras cosas a manera de çarcillos y orejeras. Y los hombres ya de edad traían el celebro atusado como a sobrepeine hasta la medía cabeça, y lo demás dexavan con cabellos largos, y llamavan a estos tales piocheque. Los que eran señores o principales traían en el labio un beçote de chalchihuite, que es la esmeralda, o de caracol, o de oro o de cobre. Y los que eran hombres valientes en la guerra traían orejeras de oro, o de cobre, o de caracol, o de la piedra de que se hazen los espejos, o de turquesas labradas de obras de mosaico. Y la demás gente traían beçotes hechos de piedra de cristal, o de la piedra de las navajas o chalchihuites fingidos, y en las orejas traían orejeras de la piedra de las navajas o de los mesmos chalchihuites fingidos, o orej[er]as hechos de barro cozido, bien bruñidas, o de caña, que eran las más baxas y viles entre todo el género de orejeras. Y las mugeres, cuando niñas, también se rapavan la cabeça, y cuando ya moças dexavan criar los cabellos y los traían largos, sueltos, nunca los tocavan, y los de la frente se los cortavan a manera de hombres. Y cuando alguna era ya muger hecha y havía parido, tocávase el cabello; también traía çarcillos o orejeras, y se pintavan los pechos y los braços con una labor que quedava de açul muy fino, pintada en la misma carne, cortándola con una navajuela.
Su comida y mantenimiento era el maíz y frixoles y axí, sal y tomates; usavan por comida, más que otra cosa, los tamales colorados que llaman xocotamales y frixoles cozidos, y comían perritos, conejos, venados o topos.
Párrapho 7: los defectos o faltas de los otomiyes
Los otomíes de su condición eran to[r]pes, toscos e inhábiles. Reñiéndole por su torpedad, le suelen dezir en oprobio: "¡Ah, que inhábil eres! Eres como otomite, que no se te alcança lo que te dizen. ¿Por ventura eres uno de los mesmos otomites? Cierto, no lo eres semejante, sino que eres del todo y puro otomite, y aun más que otomite". Todo lo cual se dezía por injuriar al que es inhábil y torpe, reprendiéndole de su poca capacidad y habilidad. Y estos tales suelen ser codiciosos de dixes, y ansí las cosas que les parescen bonicas y graciosas codícianlas tanto que aunque no las hayan menester las compran.
Estos dichos otomíes eran polidos en sus traxes, y cuando vían traer a otros se ponían; aunque pertenesciesse solamente a los señores y principales, lo tomavan y se lo vestían, y poníanselo tan mal y al desgaire que por aquello les llamavan por injuria otomíes. Y los mismo hazían las mugeres, que indiferentemente se ponían cualquier ropa, y con todo esto no sabían ponerse bien las naguas ni el huipil; y tanto querían polirse las mugeres que las moças por galanía se emplumavan con plumas coloradas los pies y piernas y braços; y el rostro se afeitavan con un betún amarillo que llaman tecoçáuitl, y teñíanse los dientes de negro, y sobre el betún ya dicho se ponían color. Y las viejas se cortavan un poco el cabello de la frente como los hombres, y lo componían como las moças; también se emplumavan los pies y piernas y braços con las dichas plumas, y también se teñían los dientes de negro, y en el rostro ponían colores, todo, al uso y costumbre de las moças; y aunque viejas, tratávanse y se vestían como moças de ropas galanas y pintadas de naguas y huipiles.
Los mesmos otomíes eran muy perezosos; aunque eran rezios y para mucho, y trabajadores en labranças, no eran muy aplicados a ganar de comer y usar de contino el trabajo ordinario. Porque en acabando de labrar sus tierras, andavan hechos holgazanes, sin ocuparse en otro, exercicio de trabajo, salvo que andavan caçando conejos, liebres, codornices y venados con redes o flechas, o con liga, o con otras corcherías que ellos usavan para, caçar. También agujeravan los magueyes para que manase la miel para bever o para hazer pulque, o emborrachándose cada día, o visitando las bodegas de los taberneros; y todo esto era el passatiempo de ellos. Y al tiempo que el maizal estava crescido y empeçava a dar maçorcas, començavan luego a coger de las menores para comer y para comprar carne o pescado, y el vino de la tierra para bever. Y de lo mismo servían las calabaças y los chiles verdes que se davan en tiempo del verano; y cuando el maíz estava ya sazonado, gastavan lo que podían de las maçorcas grandes para comprar con ellas lo que havían menester, y para comerlas cozidas, y hazer de él las tortillas y tamales. Y ansí, al tiempo de la cosecha no cogían sino muy poco, por haverlo gastado y comido antes que se sazonasse; y luego que havían cogido lo poco, compravan gallinas y perrillos para comer, y hazían muchos tamales colorados del dicho maíz, y hechos, hazían banquetes y combidávanse unos a otros; y luego que havían comido, bevían su vino. Y ansí, se comían en breve lo que havían cogido de su cosecha, y dezían unos a otros: "Gástese todo nuestro maíz, que luego daremos tras yervas, tunas y raízes". Y dezían que sus antepassados havían dicho que este mundo era así, que unas vezes lo havía de sobra, y otras vezes faltava lo necessario. Y ansí del que en breve se comía lo que tenía, se dezía, y por injuria, que gastava su hazienda al uso y manera de los otomites, como si dixeran de él que bien parecía ser animal.
Estos otomites comían los zorrillos que hieden, y culebras, y lirones, y todo género de ratones, y las comadrejas y otras savandijas del campo y monte, y lagartijas de todas suertes, y abejones, y langostas de todas maneras.
Y de las mugeres havia muchas que sabían hazer lindas labores en las mantas, naguas y huipiles que texían. Y texían muy curiosamente, pero todas ellas labravan lo dicho de hilo de maguey, que sacavan y beneficiavan de las pencas de los magueyes, porque lo hilavan y lo texían con muchas labores; y lo que texían no era de mucho valor, aunque texían de muchas y diferentes labores y maneras de ropa, y vendíanlo barato.
Estos otomíes adoravan a dos dioses: al uno llamavan Otontecutli, el cual es el primer señor que tuvieron sus antepassados; y el otro llamavan Yocippa. Y a este Yocippa celebravan mayor fiesta que al otro, y para hazella ivan al campo a dormir y a holgarse, y comían allí cuatro días; y cada vez que la celebravan, aparejavan para aquellos días todo género de comida y bevida, y no se gastavan pocos tamales colorados y tortillas hechas de masa mezclada con miel. Y ésta era la mayor fiesta que celebravan estos otomíes, y llamávanle el día de la fiesta totopaina e Yocippa totoca. Y tenían por sus dioses mayores estos dos que se han dicho Otontecutli y Yocippa, y tras estos dos tenían otro que llamavan Atetein. Y siempre ivan a hazer oraciones o sacrificios a las alturas de las sierras.
Tenían uso y costumbre los dichos otomíes que los varones, siendo muy muchachos y tiernos, se casavan; ni más ni menos las mugeres. Y ansí a los muchachos les davan muchachas de la misma edad y se las buscavan por mugeres. Y a los que regían y governavan, y eran principales, les pedían sus hijas. Y si alguna de ellas era ya muger hecha y no se la havían pedido, para que no se la passase la vida sin dexar hijos, la davan como en don los principales sin ser pedida, o le pedía marido con quien casaría. Y según dizen, si cuando dormía el hombre con la muger no tenía cuenta con ella diez vezes, descontentávase la muger y apartávase el uno del otro. Y si la muger era flaca para sufrir hasta ocho o diez vezes, también se descontentavan de ella y la dexavan en breve. Esta es en suma la vida y costumbre de los otomíes.
Párrapho 8: cuacuatas, matlatzincas, toloques
El nombre matlatzícatl tomóse de mátlatl, que es la red con la cual desgranavan su maíz y hazían otras cosas lo[s] que se llaman matlatzincas. Y ansí, para desgranar el maíz, echan los dichos matlatzincas en una red las maçorcas, y allí las aporrean para desgranar. Y también lo que se cargan no lo llevan en costal, sino en red, que tenía de dentro paja para que no se salga por la red lo que llevan, el maíz o otra cosa. También se llaman matlatzincas de hondas, que se dizen temátlatl, y ansí matlatzincas, por otra interpretación, quiere dezir "honderos" o "fundibularios", porque los dichos matlatzincas, cuando muchachos, usavan mucho de traer las hondas, y de ordinario las traín consigo, como los chichimecas sus arcos, y siempre andavan tirando con ellas. También les llamavan del nombre de red por otra razón, que es la más principal, porque cuando a su ídolo le sacrificavan alguna persona por sacrificio, le echavan dentro en una red, y allí la retorcían o estruxavan con la dicha red hasta que le hazían echar los intestinos.
La causa de llamarse "cuata", cuando es uno, y "cuacuatas", cuando son muchos, es porque siempre traían su cabeça ceñida con la honda, por lo cual el vocablo se dize de cua, por abreviatura, que quiere dezir cuaitl, que es la "cabeça", y ta, que quiere dezir temátlatl, que es la "honda". Y ansí quiere dezir cuátatl "hombre que trae la honda en la cabeça por guirnalda". También se interpreta de otra manera, que quiere dezir "hombre de cabeça de piedra".
Estos dichos cuacuatas, como en su tierra de ellos, que es en el valle que llaman Matlatzinco, haze grandíssimo frío, suelen ser rezios y para mucho trabaxo, y como usavan de las hondas con que desde lexos hazían mal con ellas, eran muy atrevidos, determinados y mal mirados, assí en la paz como en la guerra; por lo cual al que es mal mirado y de poco respecto, para le injuriar, dízenle: "Bien parece cuata", como quien dize mal criado y atrevido. Ni más ni menos el vino rezio, que luego se les subía a la cabeça, de la fuerça, y emborrachávalos e los sacava de su juizio, era llamado cuátatl, como [si] dixessen que aquel vino hazía al hombre mal mirado y desatinado.
La razón de llamarse "tolucas", cuando son muchos, y "tolúcatl", cuando uno, es porque dizen que en el pueblo de Toluca está una sierra que se llama Tolutzin o Tolotépetl, de la cual toman el nombre los tolucas y otros, y aun los mesmos del pueblo dizen que se llaman del mismo pueblo, que por su nombre se dize Toluca. También se dizen tolucas del tuli, que es la juncia de que se hazen petates, porque en el dicho pueblo se dan mucho las juncias.
Estos tolucas, y por otro nombre matlatzincas, no hablavan la lengua mexicana, sino otra lengua diferente y escura, aunque a la verdad también entre ellos nahoas o mexicanos, y su lengua propria de ellos no carece de la letra r. Y en la tierra de estos cuacuatas solamente se da maíz, frixoles y unas semillas que son de mantenimiento, llamadas hoauhtli; carecen de sal y de axí; su comida es tamales y frixoles y su bevida la maçamorra, que llaman xocoatolli. También en su tierra házese el maíz tostado que llaman mumúchitl, que es como una flor muy blanca cada grano; su ropa era mantas de maguey.
Estos también eran muy maléficos, porque usavan de hechizerías. Su ídolo de estos tolucas era llamado Coltzin. Hazíanle muchas maneras de fiestas y honra; y cuando celebravan su fiesta, ellos solamente la celebravan, sin que los ayudassen para ella los mexicanos y tepanecas; y cuando hazían sacrificio de alguna persona, lo estruxavan, retorciéndolo con cordeles puestos a manera de red, y dentro de ellos lo estruxavan tanto que por las mallas de la red salían los huesos de los braços y pies, y derramavan la sangre de él ante de su ídolo.
La bondad o virtud de ellos. Estos ya dichos eran grandes trabajadores en labrar sus sementeras, y rezios, y para mucho, y cargávanse grandes cargas. Tenían costumbre de bañarse por las mañanas.
Los que llaman ocuiltecas. Estos que se llaman ocuiltecas biven en el distrito de los de Toluca, en tierras y términos suyos. Son de la misma vida y costumbre de los de Toluca, aunque su lenguaje es diferente del de los de Toluca. Usavan también, y muy mucho, de los maleficios o hechizos.
Párrapho 9: de los que se llaman maçaoaques
Estos maçaoaques son diferentes de los otros, aunque están y biven en una comarca de Toluca, y están poblados en el pueblo de Xocotitlan, y su lenguaje es diferente. Empero son de la misma calidad y costumbre de los de Toluca, aunque son también inhábiles e toscos, porque las muy viejas como moças se afeitan con el dicho betumen tecoçáuitl o con color, y se empluman los braços y piernas, y también bailan con las sonajas llamadas ayacachtli. Y los hombres de aquesta tierra de ordinario traen las dichas sonajas, y cuando se les ofresce hazer alguna fiesta, átanse la cabeça con alguna correa, y allí ponen una de las dichas sonajas. Son dados mucho al trabajo de labrar sementeras; también son rezios y para mucho. Haze en su tierra grandíssimos fríos, porque están poblados debaxo de una sierra nevada, a la cual llaman Xocotépetl. Y este nombre de maçaoas se les quedó de su primero y antiguo caudillo que se llamava Máçatl tecutli; los mesmos también se llaman chichimecas.
Totonaques. Estos totonaques están poblados a la parte del norte; y éstos se dizen ser guastecas. Tienen la cara larga y las cabeças chatas. Y en su tierra haze grandíssimos calores; hay en ella muchos bastimentos y frutas, y no se da allí cacao ni el ueinacaztli, sino liquidámbar o la resina olorosa que llaman xuchiocótzotl; y al presente se dan allí en gran abundancia las frutas de Castilla. Allí se da algodón, y se hazen petates y asientos de palma pintados de color, y el otro género de algodón, que llaman cuauhíchcatl, que se haze en árboles. Estos biven en policía, porque traen ropas buenas los hombres, y sus maxtles; andan calçados, y traen joyas y sartales al cuello; e se ponen plumajes y traen aventadores, y se ponen otros dixes; y andan rapados curiosamente; míranse en espejos. Y las mugeres se ponen naguas pintadas y galanas, y camisas; ni más ni menos son polidas y curiosas en todo. Y porque dezían ser ellas de guastecas, solían traer las naguas ametaladas de colores, y lo mesmo las camisas; y algunas de ellas traían un vistuario que se llamava çanitli, que es uipilli como de red. Y esto que está dicho traían los principales y sus mugeres, y toda la demás gente traen otro traje diferente, porque las mugeres plebeyas traían naguas ametaladas de açul y blanco, y las trenças de que usavan para tocar los cabellos eran de diferentes colores y torcidas con pluma. Cuando ivan al mercado se ponían muy galanas; y eran grandes texedoras de labores. Todos hombres y mugeres son blancos, de buenos rostros, bien dispuestos, de buenas facciones. Su lenguaje muy diferente de otros, aunque algunos de ellos hablan la de otomí, y otros la de los naoas o mexicanos, y otros hay que entienden la lengua guasteca. Y son curiosos y buenos oficiales de cantares; bailan con gracia y lindos meneos. Usavan buenos guisados y limpios; de allí se traen las buenas empanadas de gallinas, nacatamalli; sus tortillas eran del grandor de un codo en redondo; su comida ordinaria y mantenimiento principal era el axí, en el cual, después de haver sido molido, mojavan las tortillas calientes, sacadas del comal, y comíanlas todos juntos.
Párrapho 10: quiénes son los cuextecas y toueyome y panteca o panotecas
El nombre de todos éstos tómase de la provincia que llaman Cuextlan, donde los que están poblados llámanse cuexteca, si son muchos, y si uno, cuextécatl, y por otro nombre toueyome, cuando son muchos, y cuando uno, toueyo, el cual nombre quiere dezir "nuestro próximo". A los mesmos llamavan panteca o panoteca, que quiere dez[ir] "hombres del lugar pasajero", los cuales fueron ansí llamados que biven en la provincia de Pánuco, que propriamente se llama Pantlan o Panotlan, cuasi panoaya, que quiere dezir "lugar por donde passan", que es a orillas o ribera de la mar. Y dizen que la causa por que le pusieron nombre de Panoaya es que dizque los primeros pobladores que vinieron a poblar a esta tierra de México, que se llama ahora India Occidental, llegaron a aquel puerto con navíos con que passaron aquella mar, y por llegar allí y passar de allí le pusieron nombre de Patlan, y de antes le llamavan Panotlan, casi Panoayan, que quiere dezir, como ya está dicho, "lugar de donde passan por la mar".
Y en este lugar haze grandíssimos calores, y se dan muy bien todos los bastimentos y muchas frutas que por acá no se hallan, como es la que dizen quequéxquic, y otras muchas frutas admirables, y las batatas. Hay también todo género de algodón y arboledas de flores o rosas, por lo cual le llaman Tonacatlalpan, "lugar de bastimentos", y por otro nombre Xuchitlalpan, lugar de rosas".
La manera de su traxe y la disposición de su cuerpo es que son de la frente ancha, y las cabeças chatas, y los cabellos traíanlos teñidos de diferentes colores: unos de amarillo, otros de colorado, y otros de otras colores diferentes; y unos traían los cabellos largos en el colodrillo, y otros los diferenciavan. Tenían los dientes todos agudos, que los aguzavan a posta; tenían por ornato braceletes de oro en los braços, y en las piernas unas medias calças de pluma, y en las muñecas de las manos unas manillas de chalchihuites, y en la cabeça junto a las orejas ponían se plumajes hechos a manera de aventadorcicos, y a las espaldas unos plumajes redondos a manera de grandes moxcadores de hojas de palmas o de plumas coloradas, largas, puestos a manera de rueda, y en las manos unos aventadores también de plumas coloradas. También suelen hazer arcos y flechas delgadas y polidas que en las puntas tenían unos casquillos de pedernal, o de guijarros, o de piedras de navajas, y cuantos tomavan en las guerras les cortavan las cabeças, y dexando los cuerpos, se las llevavan y las ponían con sus cabellos en algún palo, puestas en orden, en señal de victoria. Estos andan bien vestidos, y sus ropas y mantas muy polidas y curiosas con lindas labores, porque en su tierra hazen las mantas que llaman centzontilmatli, centzoncuachtli, que quiere dezir "mantas de mil colores y diferencias"; de allá se traen las mantas que llaman coaxayacayo, que son unas mantas que tienen unas cabeças de mostros pintadas, y las que dize[n] ixnextlacuilolli, pintadas de remolinos de agua enxeridos unos con otros, en las cuales y en otras muchas se esmeravan las texedoras. Tienen muchas joyas, esmeraldas y turquesas finas, y todo género de piedras preciosas. Las mugeres se galanean mucho y pónense bien sus trajes; andan muy bien vestidas; traen sus trenças en la cabeça con que se tocan de colores diferentes y retorcidos con plumas.
Los defectos de los guastecas son que los hombres no traen maxtles con que cubrir sus vergüenças, aunque entre ellos hay gran cantidad de ropa; traen las narizes agujeradas, y con hojas de palma, las ensanchavan, y en el agujero de ellas ponían un cañuto de oro, y dentro del cañuto atravesavan un plumaje colorado; y aguzavan sus dientes a posta, y las teñían de negros colores.
Párrapho 11: tlalhuicas
Estos tlalhuicas son los que están poblados en tierras calientes y son naoas de la lengua mexicana. Dase en su tierra mucho algodón y axí, y todos los demás bastimentos; y al presente, se da en grandíssima abundancia todo género de frutas de Castilla. Y están poblados hazía el mediodía; y los totonaques y toueyome están poblados hazia el norte. Y estos vocablos ya dichos tlalhuícatl, guastécatl, totónac, toueyo, denotan en sí poca capacidad y habilidad, y aun al que es inhábil o tosco le llaman de tlalhuícatl, o totónac, o cuextécatl, o toueyo. De manera que por le injuriar dízenle estos tales nombres, y aun nótanle de otomite, diziéndole: "eres otomite".
Sus defectos que tienen son que andan demasiadamente ataviados y con rosas en las manos, y eran muy tímidos y toscos o torpes.
Couixcas, tlappanecas. Estos couixcas y tlappanecas son unos, y a uno solo le llaman couíxcatl y tlapanécatl, y están poblados en Tepecuacuilco y Tlachamalácac, y en la provincia de Chilapan, los cuales hablan lengua mexicana, y son ricos.
Yopimes y tlappanecas. Estos yopimes y tlappanecas son de los de la comarca de Yopitzinco; llámanles yopes, porque su tierra se llama Yopitzinco, y llámanlos también tlappanecas, que quiere dezir "hombres almagrados", porque se embixavan con color. Y su ídolo se llama Tótec Tlatlauhqui Tezcatlipuca, que quiere dezir "ídolo colorado", porque su ropa era colorada; y lo mismo vestían sus sacerdotes, y todos los de aquella comarca se embixavan con color. Estos tales son ricos; hablan lengua diferente de la de México, y son los que llaman propiamente tenime, pinome, chinquime, chochonti, y a uno solo llaman pínotl, chínquitl, chochon.
A estos tales en general llaman tenime, porque no hablan la mexicana, y por estos los llaman tenime, que quiere dezir "gente bárbara". Y son muy inhábiles e incapaces o toscos, y biven en tierras estériles y pobres, con grandes necessidades, y en tierras fragosas y ásperas, pero conocen piedras ricas y sus virtudes.
Párrapho 12: olmecas, huixtoti y mixtecas
Estos tales así llamados están hazia el nascimiento del sol, y llámanles también tenime, porque hablan lengua bárbara. Y dizen que son tultecas, que quiere dezir oficiales de todos oficios primos y sotiles en todo, y que son descendientes de los tultecas de que arriba se ha hecho mención. Y son muy ricos, porque sus tierras son muy ricas, fértiles y abundosas, donde se da todo género de bastimento en abundancia. Allí dase mucho cacao, y la rosa o especie aromática llamada teunacaztli, y el otro género de cacao que llaman cuappatlachtli; dase también allí el olli, que es una goma negra de un árbol que se llama olli, y la rosa que llaman yolloxúchitl, y todas las demás rosas que son muy preciadas. Allí es la madre de las aves que crían pluma muy rica, que llaman çacuan, tlauhquéchol, xiuhtótotl, y papagayos grandes y chicos, y el ave que llaman quetzaltótotl. También se traen de allí las piedras muy ricas de chalchihuites y las piedras turquesas; allí se halla también mucho oro y plata. Tierra, cierto, fertilíssima, por lo cual le llamaron los antiguos Tlalocan, que quiere dezir tierra de riquezas o paraíso terrenal.
El traxe de ellos era en diversas maneras: unos traían mantas, otros como unas xaquetillas, y otros los maxtles con que cubrían sus vergüenças. Sus mugeres son grandes texedoras, muy polidas en hazer labores en la tela, y con razón lo son, pues son de tan buena y rica tierra. Traen y usan axorcas muy anchas de oro, y sartales de piedras a las muñecas, y joyeles de piedras al cuello, y orejeras de oro; traen también cutaras como los hombres, pero las que traen los hombres son más polidas; usavan también cutaras hechas de olli. De éstos, porque eran ricos y no les faltava nada de lo necessario, antiguamente se dezía que eran hijos de Quetzalcóatl; y ansí creían los antiguos que el que era próspero, rico y bien afortunado, que era conoscido y amigo del dicho Quetzalcóatl. Traían también ni más ni menos como los demás arcos y flechas y hachas para defenderse de bestias fieras, porque vi[ví]an en las montañas. Muchos de éstos ahí son naoas o mexicanos.
Párrapho 13: de los de Michoaca, y por otro nombre cuaochpanme
Michoaque cuando son muchos, y cuando uno, michoa, y quiere dezir hombre o hombres abundantes de peces, porque en su provincia de ellos allí es la madre de los pescados, que es Michoacan. Llámanse también cuaocpanme, que quiere dezir "hombres de cabeça rapada" o "raída", porque antiguamente estos tales no traían cabellos largos, antes se rapavan todos la cabeça, ansí los hombres como las mugeres, aunque fuessen ya viejas, si no era cual y cual que traía cabellos largos.
En su tierra se da muy bien los bastimentos, maíz y frixoles, pepitas y frutas, y las semillas de mantenimiento llamadas oauhtli y chían.
El traxe de ellos era que traían unas xaquetillas sin mangas, a manera de huipiles, con las cuales de contino traían sus arcos y flechas y cargajes de saetas. Su vestido era el pellejo de gatos monteses, o de tigre, o de león, o de venados, o los pellejos [de] ardillas. Y por atavío o adereço traían plumaje redondo, a manera de un aventadorcico, de pluma encarnada, metido en la guirnalda que traían en la cabeça hecha del pellejo de ardilla. Sus casas eran lindas, aunque todas eran de paja. Los hombres, lindos y primos oficiales, carpinteros, entalladores, pintores y lapidarios, y buenos oficiales de cutaras; y sus mugeres, lindas texedoras, buenas trabaxadoras, y lindas labranderas de mantas galanas y de las grandes que traen dobladas. Hazían su comida para dos o tres días, y aun para ocho días, por no hazella cada día.
La falta que tenían es que antiguamente los hombres no traían con qué tapar sus vergüenças, sino las xaquetillas con que las encubrían y todo el cuerpo, las cuales llegavan hasta las rodillas y llámanse cícuil o xicolli, que son a manera de huipiles, que son camisas de las mugeres de México. Agujeravan también el labio de baxo y las orejas; en el labio ponían sus beçotes, y en las orejas sus orejeras, por vía de galanía. Las mugeres traían sus naguas, mas eran angostas y cortas, que llegavan hasta las rodillas, y no traían huipiles. Y en la comida, ni los unos ni los otros eran curiosos ni limpios.
Su dios que tenían se llamava Taras, del cual, tomando su nombre los michoaques, también se dizen tarascos. Y este Taras en la lengua mexicana se dize Mixcóatl, que era dios de los chichimecas, ante el cual sacrificavan culebras, aves, conejos, y no los hombres, aunque fuessen captivos, porque se servía de ellos como de esclavos. A su rey todos le tenían reverencia y respecto, y le obedecían en todo, conociéndole por su señor los demás señores y principales de su provincia, y dándole tributo todos: los indios en reconocimiento del vasallaje, y no era menor que el rey de México.
Párrapho 14: de los mexicanos
Este nombre mexícatl se dezía antiguamente mecitli, componiéndose me, que es metl, por el maguey, y de citli, por la liebre; y ansí se havía de dezir mecícatl, y mudando la c en x, corrúmpese y dízese mexícatl. Y la causa del nombre, según lo cuentan los viejos, es que cuando vinieron los mexicanos a estas partes traían un caudillo y señor que se llamava Mecitli, al cual luego, después que nasció, le llamaron Citli, "liebre", y porque en lugar de cuna lo criaron en una penca grande de un maguey, de ahí adelante llamóse Mecitli, como quien dize "hombre criado en aquella penca del maguey". Y cuando ya era hombre fue sacerdote de ídolos, que hablava personalmente con el demonio, por lo cual era tenido en mucho, muy respecto e obedecido de sus vasallos, los cuales tomando su nombre de su sacerdote llamáronse mexicas o mecicas, según lo cuentan los antiguos. Estos tales son advenedizos, porque vinieron de las provincias de los chichimecas, y lo que hay que contar de estos mexicas es lo siguiente.
Ha años sin cuenta que llegaron los primeros pobladores a estas partes de la Nueva España, que es casi otro mundo. Y viniendo por la mar con navíos, aportaron al puerto que está hazia el norte, y porque allí se desembarcaron, se llamó Panutla, casi Panoaya, lugar donde llegaron los que vinieron por la mar, y al presente se dize, aunque corruptamente, Pantlan. Y desde aquel puerto començaron a caminar por la ribera de la mar, mirando siempre las sierras nevadas y los vulcanes, hasta que llegaron a la provincia de Cuatimala, siendo guiados por su sacerdote, que llevava consigo su dios de ellos, con quien siempre se aconsejava para lo que havían de hazer. Y fueron a poblar en Tamoanchan, donde estuvieron mucho tiempo; y nunca dexaron de tener sus sabios o adevinos, que se dezían amoxoaque, que quiere dezir "hombres entendidos en las pinturas antiguas"; los cuales, aunque vinieron juntos, pero se quedaron con los demás en Tamoanchan, porque, dexándolos allí, tornáronse a embarcar y llevaron consigo todas las pinturas que havían traído consigo de los ritos y de los oficios mecánicos. Y antes que se partiessen, primero les hizieron este razonamiento: "Sabed que manda nuestro señor dios que os quedéis aquí en estas tierras, de las cuales os haze señores y os da la possesión; el cual buelve donde vino y nosotros con él. Pero vase para bolver, y tornará a os visitar cuando fuere ya tiempo de acabarse el mundo; y entretanto vosotros estaréis en estas tierras esperándole y posseyendo estas tierras y todas las cosas contenidas en ellas, porque para tomarlas e posseerlas venites por acá; y ansí quedad en buena hora, y nosotros nos vamos con el señor nuestro dios". E ansí se partieron con su dios, que llevavan embuelto en un emboltorio de mantas, y siempre les iva hablando y diziendo lo, que havían de hazer. Y fuéronse hazia el oriente, llevando consigo todas sus pinturas, donde tenían todas las cosas de antiguallas y de los oficios mecánicos. Y de estos sabios no quedaron más de cuatro con esta gente que quedó, que se dezían Oxomoco, Cipactónal, Tlaltetecui, Xuchicaoaca, los cuales, después de idos los demás sabios, entraron en consulta donde trataron lo siguiente, diziendo: "Vendrá tiempo cuando haya luz para el regimiento de esta república, mas mientras estuviere ausente nuestro señor dios, ¿qué modo se terná para poder regirse bien la gente, etc.? ¿Qué orden havrá en todo?, pues los sabios llevaron sus pinturas por donde governavan". Por lo cual inventaron la astrología judiciaria y el arte de interpretar los sueños; compusieron la cuenta de los días y de las noches, y las horas, y las diferencias de tiempos, que se guardó mientras señorearon y governaron los señores de los tultecas, y de los mexicanos, y de los tepanecas, y de todos los chichimecas. Por la cual cuenta no se puede saber qué tanto tiempo estuvieron en Tamoanchan, y se sabía por las pinturas que se quemaron en tiempo del señor de México, que se dezía Itzcóatl, en cuyo tiempo los señores y los principales que havía entonces acordaron y mandaron que se quemasen todas, porque no viniessen a manos del vulgo, y viniessen en menosprecio.
Desde Tamoanchan ivan hazer sacrificios al pueblo llamado Teutioacan, donde hizieron a honra del sol y de la luna dos montes. Y en este pueblo se elegían los que havían de regir a los demás, por lo cual se llamó Teutioacan, que quiere dezir Ueytioacan, lugar donde hazían señores". Allí también se enterravan los señores y principales, sobre cuyas sepulturas se mandaron hazer túmulos de tierra, que hoy se ven todavía, y parecen como montezillos hechos a mano. Y aún se ven todavía los hoyos de donde sacaron las piedras o peñas de que se hizieron los dichos túmulos. Y los túmulos que hizieron al sol y a la luna son como grandes montes edificados a mano, que parecen ser montes naturales y no lo son. Y aun parecen ser cosa increíble dezir que son edificados a mano, y cierto los son, porque los que los hizieron entonces eran gigantes, y aun esto se ve claro en el cerro o monte de Cholollan, que se ve claro estar hecho a mano, porque tiene adoves y encalado. Y se llamó Teotioacan, el pueblo de teútl, que es "dios", porque los señores que allí se enterravan, después de muertos los canonizavan por dioses. Y que no se morían, sino que despertavan de un sueño en que havían vivido, por lo cual dezían los antiguos que cuando morían los hombres no perecían, sino que de nuevo començavan a bivir, casi despertando de un sueño, y se bolvían en espíritus o dioses. Les dezían: "Señor o señora, despiértate, que ya comiença a amanecer, que ya es el alva, que ya comiençan a cantar las aves de plumas amarillas, y que ya andan bolando las mariposas de diversas colores". Y cuando alguno se moría, de él solían dezir que ya era teútl, que quiere dezir que ya era muerto para ser espíritu o dios. Y creían los antiguos, engañándose, que los señores cuando se morían se bolvían en dioses, lo cual dezían porque fuesen obedecidos o temidos los señores que regían, y que unos se bolvían en sol, y otros en luna, y otros en otros planetas. Y estando todos en Tamoanchan, ciertas familias fueron a poblar a las provincias que ahora se llaman olmeca uixtoti, los cuales antiguamente solían saber los maleficios y hechizos, cuyo caudillo y señor tenía pacto con el demonio y se llamava Olmécatl Uixtotli, de quien, tomando su nombre, llámanse olmecas uixtoti. De éstos se cuenta que fueron en pos de los tultecas cuando salieron del pueblo de Tulla, y se fueron hazia el oriente, llevando consigo las pinturas de sus hechizerías. Y que en llegando al puerto, allí se quedaron, y no podieron passar por la mar. Y de ellos descienden los que al presente se llaman anaoaca mixteca. Y fueron a poblar allí sus antepassados, porque su señor que era escogió aquella tierra por muy buena y rica. Estos mesmos inventaron el modo de hazer el vino de la tierra. Era muger la que començó y supo primero agujerar los magueyes para sacar la miel de que se haze vino; y llamávase Mayáoel. Y el que halló primero las raízes que echan en la miel llamávase Pantécatl. Y los autores del arte de saber hazer el pulque, ansí como se haze ahora, se dezían Tepuztécatl, Cuatlapanqui, Tliloa, Papaíztac, Tzocaca, todos los cuales inventaron la manera de hazer el pulque en el monte llamado Chichinauhya. Y porque el dicho vino haze espuma, también le llamaron al monte Popoçonaltépetl, que quiere dezir "monte espomoso". Y hecho el vino, combidaron los dichos a todos los principales viejos y viejas en el monte que ya está referido, donde dieron de comer a todos y de bever el vino que havían hecho; y a cada uno, estando en el banquete, dieron cuatro taças de vino, y a ninguno cinco, porque no se emborrachasen. Y huvo un cuexteco, que era caudillo y señor de los guaxtecas, que bevió cinco taças de vino, con los cuales perdió su juizio, y estando fuera de él, echó por ahí sus maxtles, descubriendo sus vergüenças, de lo cual los dichos inventores del vino, corriendo y afrentándose mucho, juntáronse todos para castigarle. Empero, como lo supo el cuexteco, de pura vergüença, fuesse huyendo de ellos con todos sus vasallos y los demás que entendían su lenguaje. Y fuéronse hazia Panutla, de donde ellos havían venido, que al presente se dize Pantlan, y los españoles la dizen Pánuco; y llegando al puerto, no pudieron ir, por lo cual allí poblaron, y son los que al presente se dizen tooeyome, que quiere dezir en indio tooampohoan, y en romance "nuestros próximos". Y su nombre, que es cuexteca, tomáronlo de su caudillo y señor que se dezía Cuextécatl. Y estos cuextecas, bolviendo a Panutla, llevaron consigo los cantares que cantavan cuando bailavan, y todos los adereços que usavan en la dança o areito. Los mesmos eran amigos de hazer embaimientos, con los cuales engañavan las gentes, dándoles a entender ser verdadero lo que es falso, como es dar a entender que se queman las casas que no se quemavan, y que hazían parezer una fuente con peces y no era nada, sino ilusión de los ojos, y que se matavan a sí mesmos, haziendo tajadas o pedaços sus carnes, y otras cosas que eran aparentes y no verdaderas. Y nunca dexaron de ser notados de borrachos, porque eran muy dados al vino, e siguiendo o imitando a su caudillo, o señor, que havía descubierto sus vergüenças por su emborrachez, andavan también sin maxtlex los hombres, hasta que vinieron los españoles. Y porque el dicho su señor havía bevido cinco taças de vino en el monte, que se dize Poçonaltépetl, los vasallos suyos siempre han sido tenidos por muy borrachos, porque parecían andar casi siempre tocados del vino, con poco juizio. Y ansí para injuriar al que era tosco, y como alocado, le llamavan de cuextécatl, diziendo que él también havía bevido cinco taças del vino, y que las acabó de bever sin dexar gota, y que por esto andava como borracho. Y como por largos tiempos se havia tenido señorío y mando en Tamoanchan, después se traspasó al pueblo llamado Xumiltépec, donde estando los que eran señores y ancianos y sacerdotes de ídolos habláronse unos a otros, diziendo que su dios les havían dicho que no havían de estar siempre en el pueblo de Xumiltépec, sino que havían de ir más adelante para descubrir más tierras, porque su dios no querría parar allí, sino irse más adelante. Y ansí todos los muchachos, viejos y viejas, mugeres y hombres, començaron a caminar, y fuéronse poco a poco hasta que llegaron al pueblo de Teutioacan, donde se eligieron los que havían de regir y governar a los demás, y se eligieron los que eran sabios y adevinos, y los que sabían secretos de encantamientos.
Y hecha eleción de los señores, luego se partieron todos de allí, yendo cada señor con la gente que era de su lenguaje, y guiando a cada cuadrilla su dios. Ivan siempre delante los tultecas, y luego los otomíes, los cuales con su señor llegando a Cooatépec, no fueron más adelante con los demás, porque de allí el que era su señor los llevó a las sierras para poblarlos allí. Y por esta causa estos tales tenían de costumbre de hazer sacrificios en las alturas de las sierras y poblarse en las laderas de ellas. Y las demás gentes, como los tultecas y los mexicanos o naoas, y todos los otros, prosiguieron su camino por los llanos o páramos para descubrir tierras, cada gente, o familia, yendo con su dios que les guiava.
Y cuánto tiempo hayan peregrinado, no hay memoria de ello. Fueron a dar en un valle, entre unos peñascos, donde lloraron todos sus duelos y trabajos, porque padecían mucha hambre y mucha sed. Y en este valle havía siete cuevas que tomaron por sus oratorios todas aquellas gentes; allí ivan a hazer sacrificios todos los tiempos que tenían de costumbre. Tampoco no hay memoria ni cuenta de todo el tiempo que estuvieron allí. Estando allí los tultecas con los demás, dizen que su dios de ellos aparte les habló, mandándoles que bolviesen allí donde havían venido, porque no havían de permanecer allí. Lo cual oído, los tultecas, antes que se partiessen de allí, primero fueron a hazer sacrificios en aquellas siete cuevas, y hechos, se partieron todos y fueron a dar en el pueblo de Tulantzinco, y de ahí después passaron a Xicocotitlan, que es el pueblo de Tulla.
Después de éstos bolviéronse también los michoaques con su señor que les guiava, llamado Amímitl, y fuéronse hazia el occidente, en aquellas partes donde están poblados al presente; hizieron también sus sacrificios en las cuevas antes que se partiessen. Sucessivamente se bolvieron los naoas, que son los tepanecas, los acolhoaques, los chalcas, los uexotzincas y los tlaxcaltecas, cada familia por sí, y vinieron a estas partes de México.
Después de esto, a los mexicanos, que quedavan a la postre, les habló su dios, diziendo que tampoco havían de permanecer en aquel valle, sino que havían de ir más adelante para descubrir más tierras, y fuéronse hazia el poniente. Y cada una de esta familias ya dichas, antes que se partiessen, hizo sus sacrificios en aquellas siete cuevas, por lo cual todas las naciones de esta tierra, gloriándose, suelen dezir que fueron criados en aquellas siete cuevas y que de allí salieron sus antepassados, lo cual es falso, porque no salieron de allí, sino que ivan allí a hazer sus sacrificios cuando estavan en el valle ya dicho. Y ansí venidos todos a estas partes, y tomada la possesión de las tierras, y puestas las mojoneras entre cada familia, los dichos mexicanos prosiguieron su viaje hazia el poniente. Y según lo cuentan los viejos, llegaron a una provincia que se dize Colhoacan México, y de allí tornaron a bolver. Y qué tanto tiempo duró su peregrinación veniendo de Colhoacan, no hay memoria de ello. Y antes que se partiessen de Colhoacan dizen que su dios les habló, diziendo que bolviessen allí donde havían partido y que les guiaría mostrándoles el camino por donde havían de ir. Y ansí bolvieron hazia esta tierra que ahora se dize México, siendo guiados por su dios. Y los sitios, donde se apossentaron a la buelta los mexicanos, todos están señalados y nombrados en las pinturas antiguas, que son sus anales de los mexicanos. Y veniendo de peregrinar por largos tiempos fueron los postreros que vinieron aquí a México. Y viniendo por su camino, en muchas partes no los querrían rescebir, ni aun los conoscían, antes les preguntavan quiénes eran y de dónde venían, y los echavan de sus pueblos. Y passando por Tulla, y Ichpuchco, y por Hecatépec, vinieron a estarse un poco de tiempo en el monte que se dize Chiquiuhyo, que es un poco más acá de Hecatépec, y después estuvieron en Chapultépec, viniendo todos juntos.
Y en este tiempo havía tres cabeceras, los más principales, conviene a saber: Azcaputzalco, Coatlichan y Colhoacan. Y entonces no havía memoria de México, porque donde ahora es México, no havia otra cosa sino cañaverales. Y estando los mexicanos en Chapultépec, dávanles guerra los comarcanos; y de ahí passaron a Colhoacan, donde estuvieron algunos años; y de ahí vinieron a tener asiento en la parte que ahora se dize Tenuchtitlan México, que cae en los términos de los tepanecas, que son los de Azcaputzalco y Tlacopan. Y estos tepanecas partían términos con los de Tetzcuco y vinieron a poblar allí entre los cañaverales, que havía muchos, porque todo lo demás estava ya ocupado, y las tierras tomadas y posseídas todas por los que vinieron primero. Y por estar en los términos de los tepanecas fueron subjectos y tributarios del pueblo de Azcaputzalco.
Todas las dichas, familias se llaman chichimecas, y aun de tal nombre se jactan y se glorian; y es porque todas anduvieron peregrinando como chichimecas por las tierras antes dichas, y de allí bolvieron para estas partes. Aunque a la verdad no se llaman tierras de chichimecas por donde ellos anduvieron, sino Teotlapan Tlacochcalco Mictlampa, que quiere dezir "campos llanos y espaciosos que están hazia el norte". Llamáronse tierras de chichimecas porque por allí suelen ahora habitar los chichimecas, que son unas gentes bárbaras que se sustentan de la caça que toman, y no pueblan. Y aunque los mexicanos se dizen chichimecas, empero propriamente se dizen atlacachichimeca, que quiere dezir "pescadores que vinieron de lexas tierras". Las gentes naoas, que son las que entienden la lengua mexicana, también se llaman chichimecas, porque vinieron de las tierras ya dichas, donde están las siete cuevas que ya están referidas, y son las que se nombran aquí: tepanecas, acolhoacas, chalcas, y los hombres de tierra caliente, y los tlateputzcas, que son los que biven tras de las sierras, hazia el oriente, como son los tlaxcaltecas y huexotzincas y chololtecas, y otros muchos; y todos traían arcos y flechas. Los tultecas también se llamavan chichimecas, y los otomíes y michoacas ni más ni menos. Pero los que están hazia el nacimiento del sol se nombran olmecas, huixtotin, nonohoalca, y no se dizen chichimecas.